viernes, julio 1

Levantando de la cama a los sueños

¿Has tenido alguna vez algún sueño o meta frustrada?, yo creo que muchos de nosotros, de alguna manera no hemos alcanzado a plenitud algo que queríamos hacer.

Cuando adolescente mi decisión de cambiar mi vida, mis estructuras de pensamiento y mis estructuras familiares encaminaron mi vida al corazón de nuestro país. En ese viaje, además de llevar a mi madre conmigo porque nunca la convencí de que podía ir sola a la capital, llevaba en mi maleta muchas ilusiones, muchos sueños y muchas ganas de demostrarme que podía realizarlos. El más importante de ellos, del cual no era yo dueña absoluta sino que mi padre insistía en convertirse en condómino del mismo, era ingresar a la facultad de Medicina.

Con el paso de los años he intentado entender porqué salí de mi Macondo con tanta premura, con tanta anticipación para lograr el anhelado ingreso a la UNAM, 8 meses antes de que publicaran la convocatoria de ingreso. Simple, cualquier adolescente de 18 años se quiere comer el mundo. ¿Ya se entiende porqué mi madre no me dejó ir sola?

Reza el dicho: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Y como en aquel entonces solo era una diabla joven… pues desvié mi camino y mi vida a otros intereses… clásico: boda, hijos, trabajo, etc...etc… No pienses mal, no me desvié yo, desvié mis objetivos. O más bien cancelé mis sueños. Los cubrí con una gran sábana blanca, cómo le hacen en las películas los gringos cuando cubren los muebles de las casas, para que no se llenaran de polvo.

El día de ayer, le quité la sábana a mis sueños, después de varios días en los que me consumía la ansiedad, acompañada por una muy mala amiga que se llama autoestima devaluada, consulté a muy temprana hora la página web de la universidad. Desplegué con premura el enlace a Admisiones, después Resultados, luego mi número de registro y en ese momento mi autoestima se levantó del suelo, de la misma forma que lo hubiera hecho la sombra traviesa de Peter Pan, y con gran asombro, lo reconozco, con gran asombro las dos nos dimos cuenta que no sólo estaba aceptada en la Universidad de nuevo, sino que además había logrado un bastante honroso 12º lugar.

Desde el día mismo que decidí tomar de nuevo en mis manos el reto de terminar una licenciatura, hasta el día de ayer que ví el resultado del examen de admisión, viví un vía crucis, peor que los que se viven en Iztapalapa cada Semana Santa. En mi época de preparatoriana nunca fui ducha en matemáticas, imagínate ahora con tanto año y polvo de por medio. Y para colmo de mis males, alguien que trabaja en Rectoría me comentó que para la carrera que estaba yo escogiendo había 1000 solicitudes. Después leí que se trataba de 650 estudiantes ansiosos de ocupar el lugar que yo quería. Ni la reducción en el número de aspirantes pudo calmar mi angustia de pensarme menos ducha, apta o fresca en conocimientos que los que acaban de dejar las aulas del bachillerato. Afortunadamente para mí, en mi devenir por la vida adquirí una gran pasión por enriquecer mi espíritu. Y sabía que la única manera posible era por medio de la lectura, lo adquirí como un hábito “por el deber ser”. Cada empleo nuevo que tenía se convertía en un reto: iniciar un diplomado en alguna universidad para llenar el vacío del conocimiento, y sobre todo del papelito que siempre exigen sin importar tu capacidad. Hayan sido 1000 o 650 los aspirantes a la misma carrera que yo, creo que quedar en 12º lugar tiene su mérito, ¿no lo crees así?

Esa pasión por el conocimiento en sí, ahora ante esta página llena de letras, lo reconozco fue mejor escuela para mí que la preparatoria cursada hace muchos años. No quiero desmerecer el papel tan importante que mis maestros de aquel entonces tuvieron en mi enseñanza. Fueron y son tan importantes para mí, que algunos de aquellos se convirtieron en amigos, y que con todo orgullo dig
o, aún conservo.

Ya no será Medicina, como aquel entonces,
ahora es Psicología el nuevo sueño que tengo entre mis manos. Me toca alimentarlo con el polvo de estrellas, como Remedios Varo alimenta a la Luna en su Papilla Estelar.

Este espacio se convertirá en mi compañero, y tú mi lector, serás parte de mi diario, si así lo deseas. Haré de mi página una confidente de mis logros y mis penurias por el nuevo mundo en el cual empezaré a dispersar polvo de estrellas para construir mi propio universo y mis lunas.

1 Comments:

At 11:56 p.m., julio 01, 2005, Blogger nacho said...

Je, no que no sabes escribir. Es cosa de soltarse y dejar que escriba el otro yo, un par de cheves ayudan en ocasiones (caray, por eso se me acaba tan rápido el six).
You're welcome to the blogosphere. Stay for a while, writing and readin and soon your readers will be a legion.

Greetings and a kiss.

 

Publicar un comentario

<< Home