sábado, julio 2

Carta a un Amor (¿o desengaño cibernético?)

Estoy tan cansada que parece que me hubiera ido de manda a bailar a Chalma. Lo que parece que si fue manda, fue la tarea que me ví obligada a realizar el día de hoy. Mientras unos estaban comiendo camarones y callos de hacha acompañados de una friísima cerveza, yo realizaba las tareas propias del sexo débil. ¿Porqué demonios la tiene que realizar el sexo débil, si son tan pesadas que en realidad las debería hacer el sexo fuerte? Pero ni modo, no había de otra, la casa se tenía que limpiar de todo a todo. Así lo dictan las reglas de higiene que me enseñó mi mamá desde que era chiquita.

Terminada mi labor, procedí a darme un riquísimo baño para aligerar un poco mi cansancio y además limpiar mi cuerpo del sudor que profusamente despidió durante la realización del mandato materno, y que aún traigo en mi conciencia. Sin embargo, contrario a todas mis intenciones de hacerlo tranquila y que el agua corriera por varios minutos para, de esa manera, lograr un mayor relajamiento y así alcanzar el máximo descanso que pedía a gritos mi cuerpo, apareció otra voz en mi conciencia. En esta ocasión no era la de mi madre, sino la de las autoridades municipales que se han dado a la tarea que la población se eduque y consuma menos agua de lo que comúnmente hace. Así es que en lugar de hacerlo en 15 minutos, mi conciencia que está más latosa que Pepe Grillo, me sacó del baño en menos de 5 minutos.

Estaba ya instalada frente a mi computadora pensando que en menudo lío me había metido al haber inaugurado mi blog, si el día de hoy no tenía nada que decirle a mi diario personal, cuando sonó mi teléfono y era una amiga muy querida que dejé en la Ciudad de la Esperanza. Pero la pobre se escuchaba mas desesperanzada que todos los capitalinos ante la amenaza de la inseguridad.

Me contaba que hace tiempo le dio por ingresar a un club de amigos de Internet. Se hizo de muchos amigos, y entre esos amigos se encontró con alguien, que para ella era el príncipe azul, pero que en lugar de venir montado en un precioso corcel, la visitaba por medio del correo electrónico y del chat.

Ya pasa el año que mi amiga tiene contacto con su príncipe. Se escriben poco, por que parece que él resultó no muy apto para el manejo de los medios electrónicos, por lo que él optó por usar otra maravilla del invento humano, el teléfono celular. (No entiendo por que no usaban el convencional, de seguro les hubiera resultado mas barato). Le hablaba dos o tres veces por semana, y eso que el príncipe vivía en España. Los primeros meses fue tan intensa la relación que hasta se suscitó una visita del príncipe a la amada. Cruzó el Atlántico y se instaló unos días en un hotel de Reforma, solo para estar con su princesa. Me dice, ¡pasamos unos días maravillosos amiga! Pero así se mantuvieron, ella en su casa y él en su hotel. Fue muy propia mi amiga, temía que le fuera a resultar un loco cualquiera, ya que la manera de conocerlo no era la más adecuada, decía. Él regresa a su país, con la promesa echa de regresar o de que ella lo alcanzara en Madrid.

Parecía que las cosas iban viento en popa, sin embargo a los meses se suscitó un cambio en esa relación. El príncipe dejó de llamar con la misma regularidad, esporádicamente aparecía a medios chiles como decimos los mexicanos, y eso ya no le empezó a gustar a mi amiga. El caso es que está desconsolada y quería hacer un poco de catarsis ya que el príncipe anda batallando con la soledad y las botellas de vino. Me habló de su tristeza, de lo mucho que lo extraña, etc, etc.


Después de que la consolara y termináramos, mi amiga y yo, nuestra conversación regresé a mi computadora. Ya tengo de que escribir, me dije: Le voy a hacer una carta al príncipe chambón de mi amiga para que ella se la mande por mail. Y empecé a inventar lo que yo le diría en lugar de ella.

Querido Fulanito de tal:

Hace días que quiero hablar contigo, pero he dudado tanto hacerlo que, ya ves, ni siquiera me he atrevido.

Yo no se si tú sientas lo mismo, pero parece que nuestra incipiente relación se transformó, como se transforman las relaciones de las parejas, que tienen muchos años juntos, cambiando el encanto de la pasión por lo placentero de la cotidianidad.

¿Sabes? Extraño los días cuando nos conocimos. Todo sucedió gracias a la magia cibernética de los clubes de Internet. Yo no creía en ellos, pero me premió con el regalo de tu correo electrónico.

¿Has recordado alguna vez la emoción de esos días? Yo en el DF, y tú en Madrid.

Hablándonos por la maravilla de la telefonía celular, sin que nos importara nada, mas que el saber que a alguien le generamos una ilusión, y que ese alguien nos provoca la fantasía por la que nos levantamos todos los días con una sonrisa, como si hubiéramos hecho el amor toda la noche.

A pesar de que te he visto solo una vez, maravilloso verano que visitaste mi país y mi ciudad, te conozco a profundidad, por las muchas veces que hemos hablado por teléfono y por las pocas veces que me has escrito.

Sé que te encuentras solo, y que tu soledad se agudiza cuando la acompañas con una o dos botellas de un buen Rioja. Pero no, perdón, no es tu soledad, son tan solo las ganas de hablar con alguien las que se agudizan cuando has bebido... No entiendo la razón que te motiva a llamarme cuando te has terminado el vino. Y siempre me engaño diciéndome que me hablas por que te importo... cuando en realidad es tu soledad la que me habla, porque al día siguiente del vino es más profunda.

Me cuesta mucho decirlo, pero cuando hagas tu próxima llamada a mi teléfono, piensa muy bien lo que vas a decirme porque yo no estoy jugando y, como tú sabiamente dijiste, ya tenemos muchos años encima para desperdiciarlos con alguien que tiene miedo al compromiso y prefiere a la soledad por compañera.

Solo me resta decirte que te extraño y aún no has estado conmigo.

Se la voy a mandar a mi amiga, para ver que opina. En fin, cumplí con el cometido de hoy: limpié mi casa y escribí en mi blog… Creo que ya es hora de ir a la camita.

1 Comments:

At 7:03 p.m., febrero 18, 2008, Anonymous Anónimo said...

Acabo de terminar de leer. Pobre tu amiga. Pero confío en que se puede salir adelante, lo digo porque tuve una experiencia muy similar, y aunque mi cabeza no esté libre de todo pensamiento hacia él, las cosas mejoraron. Lo que importa es estar bien, si el quiere volver que vuelva, lo que importa es que mientras se decida, no eloquezcamos. Saludos, desde BsAs, Argentina.

 

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