domingo, julio 3

La visita anunciada

Llegó muy de mañana, a las 6. Había dicho que estaría aquí entre 9 y 10. Por eso, al abrirle la puerta su cara denotaba vergüenza por haber despertado gente. Es muy temprano, dijo, creí que llegaba hasta las 9:00. ¿No la desperté? Insistía, con su carita de desvelo y timidez. Ella viene de Tecuala, Nayarit. Un poblado cercano a Acaponeta. Donde están las playas más bonitas del estado y del país, me dijo con orgullo.

Ella es la penúltima de 10 hermanos. 5 de mis hermanos están en Los Angeles. Trabajan muy bien, y aunque la vida sea cara en el otro lado, les alcanza más el dinero. Yo le digo a mi hermana que vive en el DF, vete para Los Angeles, haya también vas a ganar el sueldo mínimo, pero mínimo vas a vivir bien y tener carro. Ella, apenas con sus 21 años, ya está por terminar dos carreras universitarias que estudia al mismo tiempo. Primero quiso entrar a la Universidad Pedagógica, sin embargo ahí también se observa la desventaja del género, ya que las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de que ser aceptadas, sólo aceptaban a 14 y yo estaba en el lugar 16. Tuve que optar por otra carrera, y por eso entré a Contabilidad y Administración. Pero al año siguiente regresé. Y voy a terminar las dos carreras juntas.

A pesar de que su padre no está convencido, ella trabaja en las mañanas, en un lugar en el que venden jugos y frutas, y por las tardes va a la Universidad como alumna de Contabilidad. Los sábados se convierte en estudiante de la Licenciatura de Enseñanza Preescolar y Primaria. Y aprovechó el verano para hacer un proyecto de investigación que le permitirá adelantar la tesina para su titulación.

Ella tiene una mirada franca, a veces tímida, pero de ojos muy vivaces que dejan ver su inteligencia y madurez. Platica con mucha soltura, y se apresta a ayudar en los quehaceres domésticos.

Ella es Lupita, y será mi huésped por mes y medio. Me alegra que esté conmigo. Solo me resta decirle: Bienvenida Lupita, ésta es tu casa.