domingo, julio 10

Terminó la fiesta

La casualidad ha hecho que escogiera los fines de semana para hacer la limpieza profunda de mi casa, no vayas a creer que entre semana no limpio, si lo hago pero solo por encimita, diría mi madre. Hoy me levanté temprano e inicié como una hormiguita obrera las labores de limpieza. Una profunda reflexión se cruza por mi cabeza, ¿tienen las hormigas definidos también sus papeles dentro de su gremio como las abejas? No me acuerdo y me da flojera buscar en Internet la información, así es que seguiré pensando que me puse a limpiar mi casa como hormiguita obrera, o sea en friega y rapidito.

No sólo de limpieza fue objeto mi hogar este fin, también fue escenario de un acontecimiento muy singular. Con el pretexto de que cumplí de nuevo mis 15 años, no te voy a decir cuantas veces hasta que nos tengamos más confianza, reuní a mis más queridos amigos y amigas. Lástima que la discusión sobre el género se haga manifiesta en la escritura, y lástima que haya sido en este sexenio el que se esté ridiculizando la discusión sobre el mismo con el asunto de nombrar en masculino y femenino a todo el mundo. Lo traigo a colación porque siempre me ha parecido más práctico utilizar el masculino como genérico. No creo que sea tema de desigualdad o discriminación, sino simplemente de comodidad, cuando menos no por ahora, a menos que alguien piense lo contrario. O sea que me da flojera decir: amigos y amigas, tan tán. ¡¡¡¡¡EUREKA!!!!! Se me acaba de ocurrir que puedo utilizar la palabra amistades y así resuelvo mi conflicto con el género y con la gramática que me enseñaron en la escuela, igualito que a Soloella.

En fin, regreso a mi relato. Mi cumpleaños fue el pretexto para volver a ver a los que los años y las ocupaciones se encargaron de alejar de mi vida, más no de mi corazón. Esas amistades que se me dieron en la época, que yo considero la más feliz: la preparatoria. Nuestro grupo lo formábamos 6 jóvenes, todas tan distintas, pero todas con algo en común: nuestra amistad y el cariño que nos teníamos. La seria, la tímida, la risueña, la bromista, la chaparrita y yo. No quiere decir que no compartiéramos, de alguna manera, las características de las otras, pero creo que eso era lo que las caracterizaba. De igual manera todas y cada una de nosotras interactuaba con estudiantes y maestros, por lo que nuestro grupo de confluencia era amplio.

La búsqueda de los amores perdidos se dio por todos los medios: correos electrónicos, mensajes por celular, telefonemas en la ciudad y fuera de la ciudad. Le dí la encomienda a un amigo, casi hermano, que encontrara a como diera lugar, a la mas risueña de mis amigas. Cumplió su tarea satisfactoriamente y al día siguiente ya tenía yo el teléfono de mi amiga… Le hablé, nos reímos, nos acordamos y nos recordamos. La cita quedó hecha, venía a la reunión. La vería de nuevo, por fin, después de muchos años.

A la más bromista, ya la había yo ubicado y mantengo contacto intenso con ella gracias al Internet. La más seria y yo compartimos la misma ciudad como morada. A ella hace algunos años la recuperé. Sin embargo, nos faltan dos. La tímida y la chaparrita. Tengo que darme a la tarea de encontrarlas, creo firmemente que si a mi no se me ha acabado el cariño que les tengo, ellas también nos han de querer. Algún día daré con ellas. Y nos reuniremos de nuevo las 6 a recordar con risas nuestro tiempo juntas.

Ese grupo y cada una por separado logró hacer mas amistades, y las que están mas cercanas a nosotros en estos momentos, fueron las que nos acompañaron en el festejo de mi cumpleaños. Amigas y amigos, maestros que se nos transformaron en amigos, nos acompañaron en nuestro reencuentro.

No solo amistades de la Preparatoria estuvieron conmigo. Mis entrañables: Humphrey, su socia y su hermano, se nos unieron. Y por supuesto no podían faltar mis hermanas, dos de las principales razones por las que cambié mi residencia de la Ciudad de la Esperanza a mi estado natal.

Fueron los vestigios de la fiesta los que me obligaron a convertirme el día de hoy en la hormiguita obrera.

Cómo si mi madre anduviera detrás de mi, traté de hacer muy bien mi tarea y empecé a ordenar los papeles viejos de mi escritorio, y me encontré con un escrito de hace tiempo. La verdad no sé como apareció entre mis papeles recientes, a veces creo que no solo me acompaña Pepe Grillo para fregarme la existencia, sino que hay un fantasma chocarrero rondando en mi casa, porque suceden cosas tan extrañas como el haber encontrado ese papel. Se supone que aún no termino de sacar mis libros y papeles de las cajas después de la mudanza del DF y de la nada aparece este papelito.

El dichoso papelito me hizo recordar una época difícil para mí. En la que andaba cortándome las venas con pan Bimbo, como dice la heredera de mi fortuna. Lo transcribo textual.

¿Qué hacer ?
Cuando el espacio queda grande,
cuando la ansiedad es grande,
cuando el amor es grande, y no nos llena el corazón.

Cuando uno tiene tanto amor que ofrecer,
cuando uno tiene tantas caricias por hacer,
cuando uno tiene tanto que decir, y prefiere callar.

Cuando uno anhela desesperadamente la vida,
y en el desesperar se pierde.
¿Qué hacer?

A la distancia en el tiempo, veo con alegría que no me equivoqué al regresar a mi tierra. Aquí puedo llenar el espacio que me queda grande, la ansiedad se me hará pequeña, y anhelaré la vida ya no en la desesperanza y no me perderé en ella.

Gracias a todos. Amigas, amigos y maestros transformados en amigos y a mi familia por darme todo su cariño.

Gracias a mi madre que me enseño a limpiar con ahínco, por que así puedo limpiar mi casa y mi vida de las malas vibras echándolas a la basura como lo hice con el escrito.