domingo, octubre 9

Nostalgia bizarra

A muy temprana hora, Sofía recorría sola la ciudad. Era demasiado temprano para hacer la segunda tarea programada del día, pero al mismo tiempo demasiado tarde para la primera. Cuando pensaba en lo complicado que era para ella, en ese momento, el transcurrir del tiempo, una sensación de nostalgia, como si fuera un escalofrío, la invadió. Se sacudió el malestar y continuó caminando, sin rumbo fijo aparente, por la ancha avenida con camellón que se descubría ante sus ojos. Sus pasos, y el enorme deseo de un café, le llevaron a la puerta de un Sanborn’s. No es el mejor que he probado, pero supongo que como es muy temprano aún ha de estar tomable, se dijo.

Se sentó en una mesa apartada, un poco obligada por su vestimenta deportiva y por la poca atención que le había puesto a su arreglo personal esa mañana. Ordenó su café, y se concentró en la lectura del libro que, desde hacía un par de días, se había vuelto su inseparable acompañante hasta no concluir la lectura de su última página.

Al salir de casa había escogido de su librero, de manera casi automática, “La Ignorancia” de Milán Kundera. Lo único que la motivó en ese momento fue cumplir la tarea de leer ese libro que hacía tiempo había comprado.

Extrañada por la rapidez con la que la chica de la falda larga y colorida le servía el café, dio una rápida mirada al salón, que a pesar de ser tan temprano estaba bastante concurrido, que extraño puros hombres, pensó. Tomó un sorbo de su café, y pudo saborear, en la calma reencontrada, la libertad de su soledad. Fue la primera oración que la hizo recapacitar en su lectura. Como en algunas ocasiones, esa mañana se descubrió que estaba leyendo pero sus pensamientos estaban en otra parte.

En griego, “regreso” se dice nostos. Algos significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar a la propia tierra. Recuperaba de la lectura. La nostalgia se nos revela con el dolor de la ignorancia. Estás lejos y no sé qué es de ti. Mi país está lejos y no se que ocurre en él. Le seguía diciendo Kundera.

Nunca como en ese momento había sentido que había comprendido tan bien a Kundera, ¿o será al revés? nunca como hoy me sentí tan comprendida por Kundera en lo que había leído de él, jugaba con las palabras y su pensamiento.

Qué extraño le resultaba que por primera vez se sintiera cómoda y tranquila, como en casa, en un Sanborn’s, sobre todo porque no era una de las cadenas de restaurantes de su preferencia. Levantó de nuevo la mirada e hizo un recorrido por el restaurante y cayó en cuenta que efectivamente estaba lleno, pero de hombres y la mayoría con sombrero y botas.

Sonrió al darse cuenta que el restaurante era lo que la hacía sentir como en su casa, y que muy a su pesar se estaba sintiendo extranjera en su propia tierra. La nostalgia se me revela con el dolor de la ignorancia. Estoy lejos y no sé qué es de ti. Mi ciudad está lejos y no se que ocurre en ella, parafraseó a Kundera, queriendo estar aunque fuera por un momento con su gente que había dejado en la Ciudad de México.