lunes, julio 18

Gravísima Errata. Lo siento

Parece ser que el calor también afecta mi ortografía y mi sentido de la vista. Leí y releí como unas 4 ó 5 veces mi escrito anterior, antes de mandarlo a su publicación, pero nunca ví el error tan garrafal que tú habrás notado en cuanto leíste la primera línea.

Si acaso ya lo leíste debo ofrecerte una disculpa, y si no, toma en cuenta lo siguiente para dejar de sentirme mal.

Vivir en el norte del país, ha veces lo hace a uno renegar de…… escribí ésta tarde. Te pongo en cursivas y negritas para que observes el gravísimo error que quiero me disculpes… Lo siento… Hecha la aclaración de la errata, me despido. Hasta mañana.

La burocracia me puede poner de malas, pero el calor me pone…

Vivir en el norte del país, ha veces lo hace a uno renegar de su pequeña patria. Salir a la calle y enfrentarse a un calor de 48ºC está cañón. Esta mañana quise ganarle al sol, y me puse a barrer la banqueta de mi casa a las ¡¡¡¡¡6:30!!!!, ¿saben lo que es eso? Efectivamente, una grosería y más si no eres barrendero público o madre abnegada que madruga para tener limpio su hogar. En esta Bella Ciudad, en la que vivo, amanece a las 5 de la mañana, ya para las 6 el sol está súper instalado haciéndole la vida imposible a todos los ciudadanos que pretenden iniciar su día tranquilamente. El día de ayer sopló un ligerísimo, pero ligerísimo viento que para lo único que sirvió fue para tirar todas las hojas secas de los árboles, y la cochera de mi casa está estratégicamente diseñada para que, no solo las hojas de mis árboles sino las de todo el vecindario, se amontonen justo en la entrada de mi casa. Por eso tuve que salir a las 6:30 a barrer la banqueta. Cuando terminé, 7:00 o faltando 10 minutos para las 7, entré a mi casa con la playera tan mojada que parecía que estaba participando en uno de esos concursos tan populares en las playas.

Aún así, continuaba manteniendo la calma, me preparé un café, y me dispuse a ver el noticiero, sintonicé el canal 2 de México para ver las noticias nacionales y saber que había pasado con Emily. Me interesaba saber que tantos estragos había provocado en Quintana Roo. CHIN, ¡ya no las alcancé! En México ya son las 9 pasadas. Ni modo, será para otra ocasión. Continuaba en comunicación con el universo…. Tranquila, respira profundo, no pasa nada, bebita. Así le decía mi hija de 2 años, sin voltear a verlo, a su primito que lloraba en la cuna, mientras ella jugaba en el suelo con unos dados de colores: No pasa nada bebito, ahorita viene tu mamá. Y continuaba jugando sabiamente.

Sin embargo creo que la edad lo hace perder a uno la sapiencia, a pesar de que el dicho popular sea mas sabe el diablo por viejo, que por diablo, que uno se empeña en hacerse la vida imposible. Empecé a buscar el pretexto adecuado para no estar tranquila y que me pasara algo, y me acordé que apenas la semana pasada me acababa de llegar el recibo de la luz, y que tenía que pagar la curiosa cantidad de 2,100 pesos, cuando mi consumo habitual, con mucho, llega de 200 a 300 pesos mensuales. Así es, me colgué de la lámpara cuando lo ví. No es para menos, el aire acondicionado tiene que estar prendido día y noche, y no conforme con eso se tiene que prender el abanico de techo para que, en los intervalos en los que el aire esté apagado, la casa no se transforme en un horno para galletas.

Tenía que hacer algo, aparte de pagarlo por supuesto porque si no me suspenden el servicio. Me enteré que en esta zona del país, los usuarios pueden hacer un convenio con la CFE para que se haga un promedio del consumo anual y este sea pagado mensualmente, de forma tal que el pago de los meses conflictivos de verano no sean tan onerosos, y ni crean que son 3 como en cualquier ciudad decente. Aquí el calor dura de mayo a septiembre, si bien nos va y si no es así los calores pueden durar hasta octubre. Con este convenio, por supuesto que el resto del año estaría pagando por encima de mi consumo, pero así me evitaría pagar más de 2,000 pesos mensuales en los meses del corto verano norteño. Seguía yo con mi mantra: mmmmmm……. Aspirando profundo para continuar en estado de comunión con el universo….mmmmm…..Llamé a la CFE para pedir la información necesaria, en que módulo me pueden atender, que papeles necesitaba llevar, cuantos copias de cada documento, que si no necesitaba el papelito rosa o amarillo, que el recibo de la luz no está a mi nombre, etc., etc. Un joven muy atento, de buen humor estuvo respondiendo a todas mis necias preguntas y después de un buen rato de charla, me dí por bien servida, convencida que tenía toda la información necesaria y me dispuse a ir a firmar el dichoso convenio.

Acompañada por un amable y atento caballero, estuve hora y media, parada por supuesto, esperando mi turno. Cuando por fin llegué a la ventanilla adecuada, la amable señorita que me atendió hizo que aterrizara, en este México Nuestro gobernado por la execrable burocracia, a la que no le ganas una. El convenio lo debía firmar el titular del recibo, y yo no era esa persona. Le puedo cambiar el contrato a su nombre, pero le tengo que cobrar $350.00 que se le cargaría a su siguiente recibo, me dijo la servidora pública con carita y sonrisa de ángel. Sí señorita, le digo a punto de la desesperación, está bien hágalo por favor, ya no quiero regresar. Teclea de nuevo en su computadora, y me dice, no puedo hacerlo porque éste cargo se reflejaría como un adeudo pendiente, y si tiene adeudos pendientes la CFE no puede realizar convenios con usted. Señorita, le digo casi mordiéndome los labios para no ser grosera, pedí información por teléfono y no me dijeron esto, tengo hora y media parada esperando que me atiendan, por favor cárgueme lo que quiera, pero cerremos el convenio. No puedo, me dice la cara de ángel, pida una carta poder y véngase mañana a las 8 de la mañana a esa hora no hay gente. Ni modo. Muchas gracias, le dije, me levanté y me despedí con la mejor de mis sonrisas, al tiempo que pensaba que todas las señoras han de andar barriendo sus banquetas a esa hora.

A pesar de todos los percances, al llegar a mi casa, descubrí que mi buen humor no había cambiado. Me sentía muy bien, puedo decir que hasta jacarandosa, pensé que todo era gracias al calor....y a la compañía. Y no precisamente a la de Luz y Fuerza.


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Simone dice: no me atreví a poner cachonda, porque se me hizo vulgar. Aunque sigo creyendo que es la palabra adecuada que debí usar en lugar de jacarandosa. El diccionario no la reporta, en su lugar ví chispeante como sinómino de jacarandosa, lo cual me pareció mas pior.

sábado, julio 16

La suficiencia de Katia

Katia ha estado conmigo desde siempre, es una gran amiga, compañera, hermana, madre, hija, ella desarrollaba siempre el papel necesario para que yo me sintiera bien. Podría decirte que desde que tengo uso de razón ha estado a mi lado. Fue mi compañera cuando jugué con la primera Barbie que me trajo Santa Claus, la última navidad que creí en él. Siempre formábamos parte del mismo equipo de base ball del barrio, cuando junto con mis hermanos, primos y primas nos instalábamos en el patio de la abuela con la única finalidad de tumbar los mangos verdes de los árboles. Nunca entendimos los nietos porque la abuela no nos dejaba cortar los mangos antes de que maduraran, si a nosotros nos gustaba comerlos verdes con limón y chile, aunque al rato nos retorciéramos del dolor de estómago. Pero así era la abuela, necia como ella sola. Y creo que así salimos muchos de sus nietos: necios, como nosotros solos.

Éramos un grupo grande de chamacos que se la pasaban dando lata a los adultos, jugando a la pelota, a los hoyitos con canicas, que yo siempre perdía a manos de mis dos hermanos mayores, mi hermana era la más ducha para quitarnos las canicas, incluso más que el vago de mi hermano. Nuestro parque era la calle y nuestro estadio de base ball el patio de la abuela. Y Katia siempre conmigo.

Fuimos juntas a la escuela, a la misma primaria, la misma secundaria y la misma preparatoria… Hicimos planes de irnos a estudiar juntas la Universidad, no podíamos separarnos, éramos muy unidas.

Estando en la Universidad, de repente nuestras vidas se separaron. Cada quien tomó un rumbo diferente. Yo me convertí en una esposa y madre joven. Ella por su parte seguía creciendo, se seguía fortaleciendo como mujer. No supe de ella por mucho tiempo.

Pasaron lo años y un buen día me la encontré de nuevo en el consultorio de mi doctor. Me dio mucho gusto verla. Platicar con Katia sobre nuestra infancia y adolescencia era como recuperarme a mi misma. Teníamos un pasado común que yo ya había olvidado.

Katia siempre fue una mujer muy emprendedora. Todo lo que se proponía lo lograba. Exitosa en su trabajo, siempre alegre, rodeada de gente que la quería. Sin embargo, la inteligencia y la fortaleza de mi amiga fue su principal enemigo para poder encontrar un hombre que quisiera estar con ella. Por supuesto que tenía pretendientes, sin embargo sus principales virtudes se convirtieron en sus principales amenazas para cristalizar una relación. Los hombres, en general, le huyen a las mujeres inteligentes y fuertes, dice ella.

El día de hoy se han cambiado los papeles, ahora soy yo el apoyo para mi amiga. Katia está pasando por una etapa muy difícil. Encontró al hombre perfecto. Inteligente, culto, caballero, tierno, cariñoso, educado, simpático, buen mozo, cálido, con buen humor, paciente, respetuoso, etc., etc. Puedo llenar la página con los atributos, que Katia dice que tiene su amor. Sin embargo, tiene un defecto, y parece que ese si es el peor de todos los defectos que pueda tener un hombre. Tiene esposa, me dijo. Ese es el único defecto que no le perdono a ningún hombre, y sobre todo porque ya estoy en proceso de regeneración, me dijo sarcástica.

Creo que no sólo necesito una relación en la que los dos nos demos todo, sino que además me lo merezco, susurró a punto de romper en llanto. ¿Qué pasa conmigo? Me dijo al momento que la primera lágrima rodó por su mejilla, ¿qué pasa conmigo que no les soy suficiente a los hombres para que se queden conmigo? Yo solo le contesté: Eres demasiado suficiente, amiga. Ese es tu problema.

Katia volteó a verme, sonrió y se limpió su lágrima. ¿Será que necesito convertirme en una ama de casa común para que cuando se enamoren de mí, se queden conmigo? No lo sé Katia, eso sólo lo pueden responder ellos, le dije.

miércoles, julio 13

La rebelión de Pepe

Apenas son las 5 de la mañana, y yo ya tengo 3 horas despierta. He intentado todo, me preparé un vaso de leche tibia con una cucharadita de miel, no me funcionó. Un té de siete flores…. no he podido dormir. Busco un libro, pero la luz de mi habitación no me es suficiente. Tengo mucho frío para salirme a mi estudio y lo cierro. Doy vueltas en la cama. Prendo la tele. No encuentro nada interesante. ¿Cómo va haber algún programa interesante en la tele a esta hora?, me dijo Pepe. ¡Ya duérmete, son las 5 de la mañana! respingó.

Vueltas, y más vueltas en la cama. La película de mi vida pasa toda, se rebobina y vuelve a pasar. Recórcholis, cómo diría Robyn el inseparable amigo de Batman, no me puedo dormir.

¿Qué te pasa?, todo adormilado y de muy mal humor me interroga Pepe. ¿Ahora cuál es tu preocupación?

No lo sé, respondo. Simplemente tengo una sensación de angustia que no puedo controlar.

¡Tus hijos!, ¿son tus hijos los que te preocupan?

No, ellos ya terminaron de estudiar, tienen buen trabajo y se siguen preparando. No son ellos, ellos están bien.

¡La casa! ¿Es la casa en la que vives que no te gusta?

No. La casa me encanta. Siempre he seguido el consejo de Don Juan, el de Castaneda, ¿Te acuerdas? Decía que siempre tenemos que apropiarnos del espacio físico que ocupemos. Me he cambiado mucho de casa, pero siempre he logrado mantener un equilibrio con mi espacio. Siempre he traído conmigo lo que considero más importante: mis libros y mi música, aparte de mis recuerdos. Y sobre todo que siempre me he apropiado de mi lugar. Nunca me he sentido extraña en los espacios en los que vivo.

¡Tu familia!, me dice Pepe, a punto de la desesperación que provoca el sueño. No Pepe, no es mi familia. Es cierto que tengo problemas con mi familia, pero considero que son los comunes del acoplamiento. Recuerda que hace tiempo que no vivo cerca de ella. Los dos sabemos que es natural, que tenemos que encontrar nuestro punto de equilibrio y eso no es para quitar el sueño.

¡La ciudad! ¿Es la ciudad en la que vives hoy la que no te gusta?

No. Tú sabes que aquí íbamos a estar mejor. La ciudad es más tranquila. Podemos saludar a los vecinos todos los días, allá no lo hacíamos, acuérdate.

¡Amigos! Eso es. No tienes amigos en esta ciudad, me dijo a punto de un ataque de desesperación.

No Pepe, te equivocas. Aquí también tengo a grandes amigos, aquí están mis amigos de la infancia, de mi adolescencia. Son como una familia paralela. Ellos me vieron crecer en edad, ahora les tengo que mostrar mi crecimiento emocional. Y tú sabes que eso es un reto para mí.

¡Tu trabajo! Eso es, es el trabajo el que no te tiene contenta y por eso estás así.

¡¡¡¡No!!!!!. Creo que el trabajo que tengo es perfecto me va a permitir estudiar de nuevo, y eso tú lo sabes porque sabes que regresar a la universidad es uno de los retos más grandes e importantes para mí, le contesto yo muy desesperada y a punto de llorar. Situación emocional que a él no parece sorprenderle, por que soy tan chillona que he llorado hasta cuando mataron a la mamá de Bambi.

No entiendo, me dijo Pepe en tono desafiante, todo en tu vida está perfecto. Todo parece indicar que él que sale sobrando en tu vida soy yo. Parece que necesitas fortalecer otra relación y esa no es la que tienes conmigo.

Si no le pones punto final a tu ansiedad, le das su lugar a tu autoconfianza y pones en orden tus culpas, te lo advierto, me dijo Pepe muy determinante. ¡¡¡¡¡ME REGRESO CON PINOCHO!!!!

domingo, julio 10

Terminó la fiesta

La casualidad ha hecho que escogiera los fines de semana para hacer la limpieza profunda de mi casa, no vayas a creer que entre semana no limpio, si lo hago pero solo por encimita, diría mi madre. Hoy me levanté temprano e inicié como una hormiguita obrera las labores de limpieza. Una profunda reflexión se cruza por mi cabeza, ¿tienen las hormigas definidos también sus papeles dentro de su gremio como las abejas? No me acuerdo y me da flojera buscar en Internet la información, así es que seguiré pensando que me puse a limpiar mi casa como hormiguita obrera, o sea en friega y rapidito.

No sólo de limpieza fue objeto mi hogar este fin, también fue escenario de un acontecimiento muy singular. Con el pretexto de que cumplí de nuevo mis 15 años, no te voy a decir cuantas veces hasta que nos tengamos más confianza, reuní a mis más queridos amigos y amigas. Lástima que la discusión sobre el género se haga manifiesta en la escritura, y lástima que haya sido en este sexenio el que se esté ridiculizando la discusión sobre el mismo con el asunto de nombrar en masculino y femenino a todo el mundo. Lo traigo a colación porque siempre me ha parecido más práctico utilizar el masculino como genérico. No creo que sea tema de desigualdad o discriminación, sino simplemente de comodidad, cuando menos no por ahora, a menos que alguien piense lo contrario. O sea que me da flojera decir: amigos y amigas, tan tán. ¡¡¡¡¡EUREKA!!!!! Se me acaba de ocurrir que puedo utilizar la palabra amistades y así resuelvo mi conflicto con el género y con la gramática que me enseñaron en la escuela, igualito que a Soloella.

En fin, regreso a mi relato. Mi cumpleaños fue el pretexto para volver a ver a los que los años y las ocupaciones se encargaron de alejar de mi vida, más no de mi corazón. Esas amistades que se me dieron en la época, que yo considero la más feliz: la preparatoria. Nuestro grupo lo formábamos 6 jóvenes, todas tan distintas, pero todas con algo en común: nuestra amistad y el cariño que nos teníamos. La seria, la tímida, la risueña, la bromista, la chaparrita y yo. No quiere decir que no compartiéramos, de alguna manera, las características de las otras, pero creo que eso era lo que las caracterizaba. De igual manera todas y cada una de nosotras interactuaba con estudiantes y maestros, por lo que nuestro grupo de confluencia era amplio.

La búsqueda de los amores perdidos se dio por todos los medios: correos electrónicos, mensajes por celular, telefonemas en la ciudad y fuera de la ciudad. Le dí la encomienda a un amigo, casi hermano, que encontrara a como diera lugar, a la mas risueña de mis amigas. Cumplió su tarea satisfactoriamente y al día siguiente ya tenía yo el teléfono de mi amiga… Le hablé, nos reímos, nos acordamos y nos recordamos. La cita quedó hecha, venía a la reunión. La vería de nuevo, por fin, después de muchos años.

A la más bromista, ya la había yo ubicado y mantengo contacto intenso con ella gracias al Internet. La más seria y yo compartimos la misma ciudad como morada. A ella hace algunos años la recuperé. Sin embargo, nos faltan dos. La tímida y la chaparrita. Tengo que darme a la tarea de encontrarlas, creo firmemente que si a mi no se me ha acabado el cariño que les tengo, ellas también nos han de querer. Algún día daré con ellas. Y nos reuniremos de nuevo las 6 a recordar con risas nuestro tiempo juntas.

Ese grupo y cada una por separado logró hacer mas amistades, y las que están mas cercanas a nosotros en estos momentos, fueron las que nos acompañaron en el festejo de mi cumpleaños. Amigas y amigos, maestros que se nos transformaron en amigos, nos acompañaron en nuestro reencuentro.

No solo amistades de la Preparatoria estuvieron conmigo. Mis entrañables: Humphrey, su socia y su hermano, se nos unieron. Y por supuesto no podían faltar mis hermanas, dos de las principales razones por las que cambié mi residencia de la Ciudad de la Esperanza a mi estado natal.

Fueron los vestigios de la fiesta los que me obligaron a convertirme el día de hoy en la hormiguita obrera.

Cómo si mi madre anduviera detrás de mi, traté de hacer muy bien mi tarea y empecé a ordenar los papeles viejos de mi escritorio, y me encontré con un escrito de hace tiempo. La verdad no sé como apareció entre mis papeles recientes, a veces creo que no solo me acompaña Pepe Grillo para fregarme la existencia, sino que hay un fantasma chocarrero rondando en mi casa, porque suceden cosas tan extrañas como el haber encontrado ese papel. Se supone que aún no termino de sacar mis libros y papeles de las cajas después de la mudanza del DF y de la nada aparece este papelito.

El dichoso papelito me hizo recordar una época difícil para mí. En la que andaba cortándome las venas con pan Bimbo, como dice la heredera de mi fortuna. Lo transcribo textual.

¿Qué hacer ?
Cuando el espacio queda grande,
cuando la ansiedad es grande,
cuando el amor es grande, y no nos llena el corazón.

Cuando uno tiene tanto amor que ofrecer,
cuando uno tiene tantas caricias por hacer,
cuando uno tiene tanto que decir, y prefiere callar.

Cuando uno anhela desesperadamente la vida,
y en el desesperar se pierde.
¿Qué hacer?

A la distancia en el tiempo, veo con alegría que no me equivoqué al regresar a mi tierra. Aquí puedo llenar el espacio que me queda grande, la ansiedad se me hará pequeña, y anhelaré la vida ya no en la desesperanza y no me perderé en ella.

Gracias a todos. Amigas, amigos y maestros transformados en amigos y a mi familia por darme todo su cariño.

Gracias a mi madre que me enseño a limpiar con ahínco, por que así puedo limpiar mi casa y mi vida de las malas vibras echándolas a la basura como lo hice con el escrito.

miércoles, julio 6

¿Será que el nombre es destino?

Soloella era una niña muy vivaracha, inquieta. La menor de una familia no muy numerosa, 4 hermanos y ella. En su escuela había compañeras que tenían hasta 10 hermanos, por eso decía que su familia era pequeña. Sentada en la puerta de su casa, una de esas tardes calurosas en las que todos los del pueblo salían a refrescarse a ver a los que pasaban, y contarse el último chisme que circulaba, ella disfrutaba la paleta de hielo que su abuelo le acaba de comprar.

Acababa Soloella de cumplir 5 años, pero sus padres habían hecho gestiones para que pudiera entrar a primero de primaria antes de tiempo. Le gustaba su escuela. Era un edificio blanco, grande, con amplios corredores y mucho patio para jugar, en donde había palmeras y columpios. Una construcción antigua, por supuesto que eso a Soloella no le importaba, solo la disfrutaba. Su madre le había escogido la única escuela pública para niñas que había en el pueblo. Comía paleta y recordaba su primer día de clases. Soloella, de la mano de su madre, entró a la Dirección Escolar, donde girando sobre sus piecitos vio muchos retratos colgados en tres de las paredes altas y blancas. ¿Quiénes serán estos señores?, se dijo. Después se enteraría que eran Presidentes de la República, Gobernadores y Presidentes Municipales los que adornaban esas paredes.

Una señora alta, delgada, con el cabello corto y blanco de canas, muy sonriente les dio la bienvenida. Su madre la conocía, era la Directora de su escuela primaria. Soloella se limpió cada uno de sus zapatos frotándolos en sus piernas. Los zapatos quedaron limpios, pero no así sus calcetas las que acabaron con una lista ancha de polvo y mugre. Sin embargo, Soloella continuó acicalándose para esa señora que acababa de conocer, y que a pesar de ser una autoridad en la escuela no le inspiraba ningún temor. Se acomodó los cabellos, alisó su vestido blanco lleno de encajes, que su madre había confeccionado para ella, y tomó muy fuerte entre sus manitas los cuadernos y lápices que llevaba para iniciar su aventura escolar.

Esa tarde de mucho calor, Soloella recordó también que al salir de clases, a las 12 del día, se fue con un grupo de niñas que vivían por su barrio. Podían caminar tranquilas, todos las conocían y cuidaban de ellas. Las conocían tanto que podía llegar a los abarrotes del camino a pedir fiado a nombre del abuelo, quien les concedía a sus nietos todos sus caprichos.

Al llegar a su casa, después de comer muy presta se dispuso a hacer sus tarea, ya que tenía que regresar a clases. No acostumbrada a los trabajos escolares, Soloella se acomodó en las sillas, debajo de la mesa en la que estaba escribiendo las primeras planas que le había dejado su maestra, y se quedó dormida. Fue la primera vez que Soloella, involuntariamente llegó tarde a su escuela. Despertó asustada, salió corriendo, ni siquiera le dijo a su padre que la llevara, al llegar no vio a la Directora sino a su maestra quien la recibió con un regaño y con un par de reglazos en sus piernitas, ahí se dio cuenta que sus calcetas habían quedado sucias esa mañana, cuando quiso quedar bien con la Directora. Sus padres y hermanos no se percataron ni de su sueño, ni de su castigo. Siempre pensó que se lo merecía por haberse quedado dormida.

Al recordar su primer día de clases, le rodó una lágrima por su mejilla y se dijo así misma: Me dolió más que mi mamá y mi papá no se dieran cuenta que llegue tarde a la escuela que los reglazos que me dió mi maestra.

Terminándose su paleta, se decía: Ojalá me hubiera tocado de maestra la señora del cabello blanco, yo creo que ella no me hubiera pegado. Se veía más buena. Pobrecitos los hijos de mi maestra, les han de pegar mucho.

Continuaba Soloella con sus reflexiones y de repente se dijo: ¿Platicarán todos con ellos mismos, como platico yo conmigo? ¿La maestra enojona, la Directora de los cabellos blancos, mi abuelito, mis amigas, se platicarán sus cosas? Yo creo que no. Yo soy diferente y por eso estoy platicando conmigo. Yo creo que por eso me pusieron Soloella. Por que platico con solo ella, o sea conmigo.

Soloella se daría cuenta con el tiempo que lo que acababa de descubrir en ese momento era su capacidad para pensar y que esa capacidad, aunque no parecía, la tienen todos los humanos. Sin embargo seguía convencida de lo especial que era ella, igual que su nombre: SOLOELLA

domingo, julio 3

La visita anunciada

Llegó muy de mañana, a las 6. Había dicho que estaría aquí entre 9 y 10. Por eso, al abrirle la puerta su cara denotaba vergüenza por haber despertado gente. Es muy temprano, dijo, creí que llegaba hasta las 9:00. ¿No la desperté? Insistía, con su carita de desvelo y timidez. Ella viene de Tecuala, Nayarit. Un poblado cercano a Acaponeta. Donde están las playas más bonitas del estado y del país, me dijo con orgullo.

Ella es la penúltima de 10 hermanos. 5 de mis hermanos están en Los Angeles. Trabajan muy bien, y aunque la vida sea cara en el otro lado, les alcanza más el dinero. Yo le digo a mi hermana que vive en el DF, vete para Los Angeles, haya también vas a ganar el sueldo mínimo, pero mínimo vas a vivir bien y tener carro. Ella, apenas con sus 21 años, ya está por terminar dos carreras universitarias que estudia al mismo tiempo. Primero quiso entrar a la Universidad Pedagógica, sin embargo ahí también se observa la desventaja del género, ya que las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de que ser aceptadas, sólo aceptaban a 14 y yo estaba en el lugar 16. Tuve que optar por otra carrera, y por eso entré a Contabilidad y Administración. Pero al año siguiente regresé. Y voy a terminar las dos carreras juntas.

A pesar de que su padre no está convencido, ella trabaja en las mañanas, en un lugar en el que venden jugos y frutas, y por las tardes va a la Universidad como alumna de Contabilidad. Los sábados se convierte en estudiante de la Licenciatura de Enseñanza Preescolar y Primaria. Y aprovechó el verano para hacer un proyecto de investigación que le permitirá adelantar la tesina para su titulación.

Ella tiene una mirada franca, a veces tímida, pero de ojos muy vivaces que dejan ver su inteligencia y madurez. Platica con mucha soltura, y se apresta a ayudar en los quehaceres domésticos.

Ella es Lupita, y será mi huésped por mes y medio. Me alegra que esté conmigo. Solo me resta decirle: Bienvenida Lupita, ésta es tu casa.

sábado, julio 2

Carta a un Amor (¿o desengaño cibernético?)

Estoy tan cansada que parece que me hubiera ido de manda a bailar a Chalma. Lo que parece que si fue manda, fue la tarea que me ví obligada a realizar el día de hoy. Mientras unos estaban comiendo camarones y callos de hacha acompañados de una friísima cerveza, yo realizaba las tareas propias del sexo débil. ¿Porqué demonios la tiene que realizar el sexo débil, si son tan pesadas que en realidad las debería hacer el sexo fuerte? Pero ni modo, no había de otra, la casa se tenía que limpiar de todo a todo. Así lo dictan las reglas de higiene que me enseñó mi mamá desde que era chiquita.

Terminada mi labor, procedí a darme un riquísimo baño para aligerar un poco mi cansancio y además limpiar mi cuerpo del sudor que profusamente despidió durante la realización del mandato materno, y que aún traigo en mi conciencia. Sin embargo, contrario a todas mis intenciones de hacerlo tranquila y que el agua corriera por varios minutos para, de esa manera, lograr un mayor relajamiento y así alcanzar el máximo descanso que pedía a gritos mi cuerpo, apareció otra voz en mi conciencia. En esta ocasión no era la de mi madre, sino la de las autoridades municipales que se han dado a la tarea que la población se eduque y consuma menos agua de lo que comúnmente hace. Así es que en lugar de hacerlo en 15 minutos, mi conciencia que está más latosa que Pepe Grillo, me sacó del baño en menos de 5 minutos.

Estaba ya instalada frente a mi computadora pensando que en menudo lío me había metido al haber inaugurado mi blog, si el día de hoy no tenía nada que decirle a mi diario personal, cuando sonó mi teléfono y era una amiga muy querida que dejé en la Ciudad de la Esperanza. Pero la pobre se escuchaba mas desesperanzada que todos los capitalinos ante la amenaza de la inseguridad.

Me contaba que hace tiempo le dio por ingresar a un club de amigos de Internet. Se hizo de muchos amigos, y entre esos amigos se encontró con alguien, que para ella era el príncipe azul, pero que en lugar de venir montado en un precioso corcel, la visitaba por medio del correo electrónico y del chat.

Ya pasa el año que mi amiga tiene contacto con su príncipe. Se escriben poco, por que parece que él resultó no muy apto para el manejo de los medios electrónicos, por lo que él optó por usar otra maravilla del invento humano, el teléfono celular. (No entiendo por que no usaban el convencional, de seguro les hubiera resultado mas barato). Le hablaba dos o tres veces por semana, y eso que el príncipe vivía en España. Los primeros meses fue tan intensa la relación que hasta se suscitó una visita del príncipe a la amada. Cruzó el Atlántico y se instaló unos días en un hotel de Reforma, solo para estar con su princesa. Me dice, ¡pasamos unos días maravillosos amiga! Pero así se mantuvieron, ella en su casa y él en su hotel. Fue muy propia mi amiga, temía que le fuera a resultar un loco cualquiera, ya que la manera de conocerlo no era la más adecuada, decía. Él regresa a su país, con la promesa echa de regresar o de que ella lo alcanzara en Madrid.

Parecía que las cosas iban viento en popa, sin embargo a los meses se suscitó un cambio en esa relación. El príncipe dejó de llamar con la misma regularidad, esporádicamente aparecía a medios chiles como decimos los mexicanos, y eso ya no le empezó a gustar a mi amiga. El caso es que está desconsolada y quería hacer un poco de catarsis ya que el príncipe anda batallando con la soledad y las botellas de vino. Me habló de su tristeza, de lo mucho que lo extraña, etc, etc.


Después de que la consolara y termináramos, mi amiga y yo, nuestra conversación regresé a mi computadora. Ya tengo de que escribir, me dije: Le voy a hacer una carta al príncipe chambón de mi amiga para que ella se la mande por mail. Y empecé a inventar lo que yo le diría en lugar de ella.

Querido Fulanito de tal:

Hace días que quiero hablar contigo, pero he dudado tanto hacerlo que, ya ves, ni siquiera me he atrevido.

Yo no se si tú sientas lo mismo, pero parece que nuestra incipiente relación se transformó, como se transforman las relaciones de las parejas, que tienen muchos años juntos, cambiando el encanto de la pasión por lo placentero de la cotidianidad.

¿Sabes? Extraño los días cuando nos conocimos. Todo sucedió gracias a la magia cibernética de los clubes de Internet. Yo no creía en ellos, pero me premió con el regalo de tu correo electrónico.

¿Has recordado alguna vez la emoción de esos días? Yo en el DF, y tú en Madrid.

Hablándonos por la maravilla de la telefonía celular, sin que nos importara nada, mas que el saber que a alguien le generamos una ilusión, y que ese alguien nos provoca la fantasía por la que nos levantamos todos los días con una sonrisa, como si hubiéramos hecho el amor toda la noche.

A pesar de que te he visto solo una vez, maravilloso verano que visitaste mi país y mi ciudad, te conozco a profundidad, por las muchas veces que hemos hablado por teléfono y por las pocas veces que me has escrito.

Sé que te encuentras solo, y que tu soledad se agudiza cuando la acompañas con una o dos botellas de un buen Rioja. Pero no, perdón, no es tu soledad, son tan solo las ganas de hablar con alguien las que se agudizan cuando has bebido... No entiendo la razón que te motiva a llamarme cuando te has terminado el vino. Y siempre me engaño diciéndome que me hablas por que te importo... cuando en realidad es tu soledad la que me habla, porque al día siguiente del vino es más profunda.

Me cuesta mucho decirlo, pero cuando hagas tu próxima llamada a mi teléfono, piensa muy bien lo que vas a decirme porque yo no estoy jugando y, como tú sabiamente dijiste, ya tenemos muchos años encima para desperdiciarlos con alguien que tiene miedo al compromiso y prefiere a la soledad por compañera.

Solo me resta decirte que te extraño y aún no has estado conmigo.

Se la voy a mandar a mi amiga, para ver que opina. En fin, cumplí con el cometido de hoy: limpié mi casa y escribí en mi blog… Creo que ya es hora de ir a la camita.

viernes, julio 1

Levantando de la cama a los sueños

¿Has tenido alguna vez algún sueño o meta frustrada?, yo creo que muchos de nosotros, de alguna manera no hemos alcanzado a plenitud algo que queríamos hacer.

Cuando adolescente mi decisión de cambiar mi vida, mis estructuras de pensamiento y mis estructuras familiares encaminaron mi vida al corazón de nuestro país. En ese viaje, además de llevar a mi madre conmigo porque nunca la convencí de que podía ir sola a la capital, llevaba en mi maleta muchas ilusiones, muchos sueños y muchas ganas de demostrarme que podía realizarlos. El más importante de ellos, del cual no era yo dueña absoluta sino que mi padre insistía en convertirse en condómino del mismo, era ingresar a la facultad de Medicina.

Con el paso de los años he intentado entender porqué salí de mi Macondo con tanta premura, con tanta anticipación para lograr el anhelado ingreso a la UNAM, 8 meses antes de que publicaran la convocatoria de ingreso. Simple, cualquier adolescente de 18 años se quiere comer el mundo. ¿Ya se entiende porqué mi madre no me dejó ir sola?

Reza el dicho: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Y como en aquel entonces solo era una diabla joven… pues desvié mi camino y mi vida a otros intereses… clásico: boda, hijos, trabajo, etc...etc… No pienses mal, no me desvié yo, desvié mis objetivos. O más bien cancelé mis sueños. Los cubrí con una gran sábana blanca, cómo le hacen en las películas los gringos cuando cubren los muebles de las casas, para que no se llenaran de polvo.

El día de ayer, le quité la sábana a mis sueños, después de varios días en los que me consumía la ansiedad, acompañada por una muy mala amiga que se llama autoestima devaluada, consulté a muy temprana hora la página web de la universidad. Desplegué con premura el enlace a Admisiones, después Resultados, luego mi número de registro y en ese momento mi autoestima se levantó del suelo, de la misma forma que lo hubiera hecho la sombra traviesa de Peter Pan, y con gran asombro, lo reconozco, con gran asombro las dos nos dimos cuenta que no sólo estaba aceptada en la Universidad de nuevo, sino que además había logrado un bastante honroso 12º lugar.

Desde el día mismo que decidí tomar de nuevo en mis manos el reto de terminar una licenciatura, hasta el día de ayer que ví el resultado del examen de admisión, viví un vía crucis, peor que los que se viven en Iztapalapa cada Semana Santa. En mi época de preparatoriana nunca fui ducha en matemáticas, imagínate ahora con tanto año y polvo de por medio. Y para colmo de mis males, alguien que trabaja en Rectoría me comentó que para la carrera que estaba yo escogiendo había 1000 solicitudes. Después leí que se trataba de 650 estudiantes ansiosos de ocupar el lugar que yo quería. Ni la reducción en el número de aspirantes pudo calmar mi angustia de pensarme menos ducha, apta o fresca en conocimientos que los que acaban de dejar las aulas del bachillerato. Afortunadamente para mí, en mi devenir por la vida adquirí una gran pasión por enriquecer mi espíritu. Y sabía que la única manera posible era por medio de la lectura, lo adquirí como un hábito “por el deber ser”. Cada empleo nuevo que tenía se convertía en un reto: iniciar un diplomado en alguna universidad para llenar el vacío del conocimiento, y sobre todo del papelito que siempre exigen sin importar tu capacidad. Hayan sido 1000 o 650 los aspirantes a la misma carrera que yo, creo que quedar en 12º lugar tiene su mérito, ¿no lo crees así?

Esa pasión por el conocimiento en sí, ahora ante esta página llena de letras, lo reconozco fue mejor escuela para mí que la preparatoria cursada hace muchos años. No quiero desmerecer el papel tan importante que mis maestros de aquel entonces tuvieron en mi enseñanza. Fueron y son tan importantes para mí, que algunos de aquellos se convirtieron en amigos, y que con todo orgullo dig
o, aún conservo.

Ya no será Medicina, como aquel entonces,
ahora es Psicología el nuevo sueño que tengo entre mis manos. Me toca alimentarlo con el polvo de estrellas, como Remedios Varo alimenta a la Luna en su Papilla Estelar.

Este espacio se convertirá en mi compañero, y tú mi lector, serás parte de mi diario, si así lo deseas. Haré de mi página una confidente de mis logros y mis penurias por el nuevo mundo en el cual empezaré a dispersar polvo de estrellas para construir mi propio universo y mis lunas.